Por una educación fundamentada en la ciencia 4TA parte

19.08.2012 06:08

POR UNA EDUCACIÓN FUNDAMENTADA EN LA CIENCIA

CUARTA PARTE

En la entrega anterior se propuso que uno de los cambios fundamentales para llevar la educación nacional de los días anteriores al efecto Piagetiano y Visgotskiano, inmerso en procesos conductistas y mecanicistas de desarrollo de aprendizaje, era sin lugar a dudas el contar con Ministros o Ministras científicos de las ciencias de la educación en primera instancia. De esa decisión, no tomada por ningún presidente desde 1990 a la fecha, dependerá el enfoque que ese profesional o esa profesional le aplique a todo el proceso planificado con intencionalidad de desarrollar aprendizajes significativos, que llamamos educación.

Para ningún lector es un secreto de que se ha contado con ministros y ministras de todas las categorías, incluyendo los que fueron sentados por el aparato judicial en el banquillo de los acusados por el escándalo de fraude financiero en los arreglos y cambio de la fibra de vidrio en ciertos centros educativos oficiales del país, en los que estuvo incluido el Instituto América.

Aunque algunos de esos ministros tienen o tenían formación pedagógica por ser docentes de primaria, media y universitaria, carecen del perfil y conocimientos científicos que demandan las ciencias de la educación frente a los avances de las neurociencias cognitivas. De contar con esos conocimientos las actualizaciones del personal docente permanente de los centros educativos públicos oficiales de todo el país y los recién egresados de las universidades estatales, particulares, y el Centro Superior de Enseñanza de la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena estarían enfocadas en la médula del acto educativo para el desarrollo de procesos de aprendizajes:

En primer lugar, el docente es el centro de ese acto, pues es el eje científico que planifica, diseña, ejecuta, evalúa ese proceso de aprendizaje, desde lo que el cerebro demanda de acuerdo con el contexto cronológico y potencialidades neurogenéticas del aprendiz. En resumen, el docente es un arquitecto neurocognitivo que proyecta anticipadamente cómo retará a ese cerebro y a su portador a que entre en verdaderos procesos de aprendizaje significativos, por ende, el ALUMNO, jamás podrá ser el centro medular. Así ve en el horizonte de forma anticipada cómo será la conducta del educando al alcanzar el conocimiento; conducta cuya observancia será dosificada y diseminada en etapas o periodos de evaluación, en donde las competencias juegan un importante papel pero no el medular de la evaluación, ya que quedarse en competencias implica divorciar la evaluación de la comprobación de conocimientos adquiridos, es decir, comprobar procesos cognitivos y cognoscitivos, que deben perdurar en el tiempo con fines de aplicabilidad y transitividad.

En segundo lugar están las herramientas didácticas (estrategias, métodos, técnicas) que no pueden ser las propuestas por Dewey y el resto de autores citados en la entrega anterior. No significa que un mapa conceptual o un mapa mental sean obsoletos en el actual esquema neurodidáctico o de la neuropsicoeducación. Significa que ahora las neurociencias cognitivas y la psicología cognitiva y evolutiva indican cuándo, cómo, cuál y por qué aplicar una u otra herramienta didáctica.