Por una educación fundamentada en la ciencia 8VA parte
POR UNA EDUCACIÓN FUNDAMENTADA EN LA CIENCIA
SEPTIMA PARTE
Luego de ocho entregas en las que se analizan ciertos aspectos generales incidentes en el desarrollo de un sistema educativo que se oriente a una definición y delimitación de sus directivas y plataformas científicas fundamentadas en la CIENCIA. Las aportaciones anteriores permiten determinar que un punto angular de transformación de cualquier sistema educativo le pertenece al docente de aula. Como se expresara al inicio de estas intervenciones, el docente representa el arquitecto o arquitecta neurocognitivo y neuroevolutiva que planifica la neurodidáctica intencional con las que retará al cerebro de cada estudiante que transita por el sistema educativo formal e informal. Es el científico en el aula que conspira con otros científicos para que le aporten todas las bases teóricas que hará suya generando sus propias herramientas de evaluación y herramientas didácticas o adoptando y adaptando la de científicos y docentes de otras latitudes; que no contar con los recursos didácticos necesarios elaborará u obtendrá los propios desde su arquitectura creativa; pero que al hacer una u otra cosa, cuenta con la clara definición y delimitación científica de que su quehacer didáctico lleva la intencionalidad de generar aprendizajes significativos, desarrollo de habilidades cognitivas y cognoscitivas, habilidades de procedimiento científico, también denominadas habilidades de proceso, y muy importante, la génesis y desarrollo de un pensamiento crítico, reflexivo, autovalorativo y axiológicamente competitivo según lo demanda los estándares de convivencia en paz y armonía con sus familiares, sus iguales y otros entes de la sociedad con los comparte responsabilidades sociales, económicas y ciudadanas. Por este vértice es que debe iniciar las transformaciones y reformas educativas para este siglo XXI y más allá.
La XIX y XX Conferencias Iberoamericanas de Educación de 2009 y 2010 respectivamente, acordaron entre otras cosas los siguientes puntos, que no fueron ratificados en la XXI Conferencia Iberoamericana de Educación de 2011:
“12. Ratificar la formulación de Metas 2021 aprobada por la Conferencia Iberoamericana de Ministros y Ministras de Educación celebrada en Lisboa el 23 de abril de 2009, cuyas once metas generales son las siguientes:
- Reforzar y ampliar la participación de la sociedad en la acción educadora.
- Incrementar las oportunidades y la atención educativa a la diversidad de necesidades del alumnado.
- Aumentar la oferta de educación inicial y potenciar su carácter educativo.
- Universalizar la educación primaria y la educación secundaria básica y ampliar el acceso a la educación secundaria superior.
- Mejorar la calidad de la educación y el currículo escolar.
- Favorecer la conexión entre la educación y el empleo a través de la educación técnico profesional.
- Ofrecer a todas las personas oportunidades de educación a lo largo de toda la vida.
- Fortalecer la profesión docente.
- Ampliar el Espacio Iberoamericano del Conocimiento y fortalecer la investigación científica.
- Invertir más e invertir mejor.
- Evaluar el funcionamiento de los sistemas educativos y del Programa Metas Educativas 2021.” (Negritas y subrayado del autor).
En las XIX y XX Conferencias se hizo mucho énfasis en los puntos referente al fortalecimiento de la profesión docente y al incremento del los presupuestos nacionales dedicados a la inversión en educación. Sin embargo, en la XXI Conferencia estos puntos ya no aparecen en los acuerdos. Por tanto, no es estrictamente de obligatorio cumplimiento, ya que estos acuerdos son como Leyes de la República, se cumplen o se cumplen.
Desde el humilde punto de vista del autor de este artículo el futuro de la Educación Panameña dependerá en gran medida de esa figura del ministro o ministra científicos que esté claro del reto que le espera, pero que no puede tomar decisiones sobre los elementos del sistema sin tomar en cuenta a los actores que intervienen en el mismo, particularmente los docentes, tal como se concluyó en el Informe de la Comisión Jacques DeLors, convocada por UNESCO en la década del 90 del siglo pasado y cuyo compendio se publicó en Panamá en el año 1996, y en este documento se indica:
“… Resulta evidente, además que los intentos de imponer las reformas educativas desde arriba o desde el exterior fueron un fracaso rotundo. Los países en los que este proceso se vio coronado por el éxito en mayor o menor grado son aquellos que lograron una participación entusiasta de las comunidades locales, los padres y los docentes, sustentada por un diálogo permanente y por diversas formas de ayuda externa, tanto financiera como técnica y profesional” (pág. 34) (Subrayado del autor).
Además sostiene que:
“En todo caso, ninguna reforma dará resultados positivos sin la participación activa del cuerpo docente. Por esa razón, la Comisión recomienda que se preste una atención prioritaria a la situación social, cultural y material de los educadores.” (pág. 35) (Subrayado del autor).
Es triste saber que has hecho de tu profesión una forma de vida productiva, buscando siempre ese horizonte científico que visualizamos desde las costas de la incertidumbre y la confusión que en ocasiones nos ahogan y asfixian. Sin embargo, la visión de ese inmenso firmamento de teorías científicas y nuevos descubrimientos tiene su velo sobre un mar de oportunidades que parece turbio y embravecido, pero al adentrarnos bien en él vemos como ese horizonte de la CIENCIA hace cristalinas sus aguas en una sinergia de fusión de poderes y accionares que se tornan en los estandarte del docente científico que soñamos algún día se atreverá a cruzar ese océano de oportunidades llevado únicamente por sus firmes convicciones críticas y reflexivas que le permitirán apreciar que su arte lo guía la maravillosa CIENCIA.
Desde el punto de vista de este humilde docente, cuando recorro los centros educativos capacitando a otros pares en NEUROCIENCIAS COGNITIVAS Y SU APLICACIÓN EN EL AULA DE CLASES o en estrategias didácticas de enseñanza de las ciencias basadas en indagación o investigación, descubro que tenemos maestras, maestros, profesores y profesoras con niveles de postgrado y maestría (a veces hasta con tres por docente) que se encuentran laborando en enseñanza preescolar, primaria y en educación básica de premedia sin que el sistema revierta su esfuerzo de superación personal, con una significativa alegría por aprender más; y cuyos rostros reflejan el positivismo vivencial de entrar a otra dimensión de nuestro quehacer docente desde un enfoque científico en las aulas de clase. Todos bien definidos en lo que aspiran lograr con sus estudiantes. Esta es la razón fundamental por la cual que requerimos un ministro o ministra científica de las ciencias de la educación, que ante todo esté objetivamente definido para esa persona, que la labor de administrar y dirigir sistema educativo nacional también tiene una base científica. Por lo tanto debe llegar con estándares de calidad y competitividad que permitan a la sociedad en general y a los docentes en particular, comprobar, que LA SILLA, EL SOBRERO Y LAS SANDALIAS DE ANTERIORES PESCADORES DE EXITOSOS SISTEMAS EDUCATIVOS NO LE QUEDAN DEMASIADO, PERO DEMASIADO GRANDE. De ser así, una simple hoja blanca ocho y medio por once y un bolígrafo resolverán esa barrera de calidad y competitividad no alcanzada.
Roberto Garrido Domínguez, cédula No. 8-208-558, profesor de biología y ciencias naturales, Instituto América. Profesor de biología, neuroanatomía, neurofisiología y metodología de investigación científica, Universidad Especializada de las Américas. Especialista en Didáctica de las ciencias naturales y especializando en Neurobiología cognitiva aplicada a desarrollo de aprendizajes, 26 años de servicio docente MEDUCA. (Móvil 6651-4535, teléfono 517-6373/6372, correo electrónico robeto_56@yahoo.es).